Concurso Cocineros Meta- Día I

Hace un par de semanas fui amablemente invitada a ser jurado de técnica y degustación del Primer Concurso de Cocineros Acodrés capítulo Meta, junto al chef Franco Basile, Clemencia Prize de la Academia Colombiana de Gastronomía y Ramón Vergel, gran conocedor e investigador de productos, técnicas y recetas de los Llanos Orientales. Mi esposo, Carlos Andrés Ramírez, -Sommelier y Bran Ambassador de Pernod Ricard Colombia-,  también estuvo de jurado, analizando más que todo las bebidas propuestas por los concursantes y el uso de licores en sus recetas.

Llegamos el domingo 15 de mayo. Nunca habíamos ido a los Llanos en carro. La salida de Bogotá fue rápida relativamente pero no muy linda que digamos. Luego pasamos el primer túnel, el segundo y ya saliendo del último túnel,  nos encontramos con un paisaje completamente hermoso y un clima tan acogedor, que inmediatamente que nos olvidó el martirio de la salida de Bogotá (no me gusta hablar mal de mi ciudad pero definitivamente los barrios de invasión no ayudan visualmente y generan inseguridad en los viajeros).

Llegamos a Villavicencio y fuimos a almorzar a un lugar llamado Dulima’s. Carlos Andrés pidió una punta de anca y yo, un ceviche de camarones. Para compartir, una porción de chicharrones deliciosos y crocantes.

Primera corrección: no sé por qué en Colombia les gusta abrir la punta de anca y dejarla en corte mariposa y a término well well done si se pidió medio.  ¡Pierde toda su gracia, sus jugos y su esencia!. ¿Qué diría un argentino si le dejáramos como una mariposa ese bife chorizo que ha consentido y mimado previamente en la parrilla?

Segunda corrección: El acompañamiento de la carne era un “intento” de ensalada, es decir, un par de hojas de lechuga crespa. Falta  agregarle tomate, pepino, una vinagreta casera etc.

Mi “ceviche” resultó ser un coctel de camarones, de esos que te sirven en la playa de Cartagena con salsa de tomate, mayonesa, cebolla morada picada, jugo de ajo y pimentón, ají, limón y galletas de soda. El nombre está mal, pues un ceviche es a base de cebolla, limón, cilantro y ají, no tiene salsas: ese es el coctel. Mis camarones estaban de buen tamaño, pero exageradamente bañados en su salsa.

 Se preguntarán por qué pedí camarones en un departamento cuya fortaleza es la carne y cuyo plato típico es la ternera a la llanera. Muy sencillo: me contaron que en Villavicencio la comida de mar era deliciosa y quería averiguarlo.  

Esa noche en el hotel pedimos el típico sándwich club. Nada del otro mundo como el de todos los hoteles.



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